Comencemos por el principio ¿de qué estereotipos estamos hablando? Cualquiera de nosotros que tenga niños, en especial pequeños, los habrá notado. Por ejemplo: en la ropa rosada o azul dependiendo del sexo, autos para los niños, muñecas para las niñas, juegos bruscos para las hombres, “tomar té” para las chicas y así, la lista es infinita.
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¿Qué son los estereotipos de género?
Son la promoción de la idea de que ciertos colores, actividades y roles se adaptan a los seres humanos sobre la base del sexo. Se supone que los hombres son masculinos y les gustan las cosas masculinas. Se deduce que las mujeres son femeninas y les gustan las cosas femeninas. Con el tiempo y en diferentes lugares del mundo, lo que se considera masculino y femenino cambia, aunque algunos ideas se siguen manteniendo en las familias, principalmente en la división de roles. Las acciones físicas, activas y agresivas se califican como masculinas; mientras que las pasivas, se tildan de femeninas.
Se espera que las niñas actúen y se vistan “como princesas” mientras que a los chicos se les permite ser más desordenados.
“El rosado y el azul” limitan la vida de tu hijo(a)
Estereotipar a nuestros hijos, incluso desde antes del nacimiento, es limitarlos a seguir un conjunto de reglas que moldearán el camino de su vida futura, abriendo algunas opciones y cerrando otras. No es exagerado decir que los sueldos desiguales para las mujeres o las enfermedades mentales en los hombres están, en gran parte, relacionados con los estereotipos de género.
Los juguetes, la ropa y las actitudes que inculcamos en los niños les enseñan que los hombres deben ser siempre duros, incluso cuando esa conducta implique costos para ellos mismos o para los seres queridos que los rodean. De la misma forma, a las niñas se les enseña que las mujeres deben ser cariñosas y lindas, que su apariencia es más importante que sus acciones y que, de todos modos, su lugar “natural” es el hogar.
Como padres, familiares o profesores, tenemos que reconocer que con demasiada frecuencia nuestra sociedad envía mensajes tóxicos y, a veces, nosotros también. Lo hacemos cada vez que le decimos a un niño que sea valiente y se aguante las lágrimas o cuando le decimos a una chica que es bonita, sin destacar otros atributos como su inteligencia.
Enseñamos a los niños las mismas reglas que nos han limitado a muchos de nosotros y que han restringido nuestros sueños. No limitemos a nuestros hijos de la misma manera, libéralos para que sean las personas que quieran ser, en lugar de estereotipos andantes. Cambiemos las reglas.
¿Qué puedes hacer?
No hay ninguna razón para dividir a nuestros hijos solo por sexo, en especial cuando se trata de juguetes o colores. Los niños deben tener la libertad de disfrutar con todos los juguetes, colores y actividades. Ellos son personas, no estereotipos. Dejemos que los niños usen ropa adecuada para ellos: cómoda, divertida y flexible, sin distinción de colores ni de ningún otro tipo.
Deja que tu hija sea aventurera si quiere serlo, déjala subir a los árboles sin decirle que tenga cuidado en cada rama. Compra camiones y ladrillos para ellas porque algún día podrían ser arquitectas o pilotos de carreras. Abraza a tu hijo, dale consuelo cuando esté enojado. Déjalo que llore. Compra muñecos para él porque algún día podría convertirse en padre o en educador de párvulos.
Cuando miramos los problemas que tenemos en el mundo está claro necesitamos formarlos bien porque ellos harán los cambios. Queremos educar a pacificadores y almas con corazones gentiles y mentes fuertes. Y para lograr ese fin, las viejas reglas no tienen sentido.
Te recomendamos la película “Billy Elliot” un clásico que nos muestra como un chico rompe estos estereotipos de género y lucha por ser bailarín de ballet en una familia de mineros. Su padre quería que practicara boxeo…