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Emociones negativas: ¿Es bueno que las ocultemos a nuestros hijos?

Publicado el: 2 noviembre, 2021

Tienes ira o miedo y no sabes cómo actuar frente a tus hijos/as. Para protegerlos, prefieres ocultar tus emociones negativas. Pero ojo, es una mala decisión.

A muchos padres y madres les abruma que si muestran sus emociones negativas frente a sus hijos esto los haga sufrir. De hecho, esta preocupación tiene una base sólida: el fenómeno del “contagio emocional” sí existe.  Por ejemplo, un estudio reciente encontró que los padres pueden traspasar su miedo a ir al dentista, a sus hijos.

Por otro lado, existe la idea de que debemos “ser honestos” con nuestros hijos, y que ellos se verán beneficiados al ver a un padre a una madre que lucha y se enfrenta a sus emociones negativas como cualquier otro ser humano. Si tu hijo/a te ve haciendo esto, ¿lo ayudará a aprender a lidiar con sus propias emociones?

El peligro de la represión

Hay tres términos importantes a considerar cuando se trata de manifestar las emociones frente a los niños: supresión, expresión “incontenible” y hablar sobre las emociones. 
La supresión de la emoción es cuando ocultamos los signos externos de esta. Por desgracia, esto es un error: el hecho de suprimir las emociones aumenta la presión arterial y la excitación fisiológica. Quienes nos ven pueden percibir nuestra angustia a pesar de los esfuerzos que hacemos por ocultarla, situación que los hace sentir estresados. Cuando los papás o mamás sienten emociones negativas (como ira o resentimiento) y las reprimen ante sus hijos, el resultado es una relación parental de poca calidad y una menor capacidad de respuesta a las necesidades de sus hijos.

Incluso los bebés están sintonizados con la dinámica de la interacción de sus papás y mamás con ellos. Al respecto existen los conocidos experimentos de «rostro inmóvil», en los que la madre o el padre mantiene una expresión neutra e insensible durante un breve período de tiempo. El resultado es que ellos/as se sienten muy incómodos con un padre inexpresivo y, por lo general, intentan hacerlo reaccionar.

Por otro lado, la expresión “incontenible” de ira y tristeza por parte de los padres tampoco ayuda a nuestros hijos. Una emoción no contenida tiene una alta intensidad y es casi incontrolable. Gritar, destrozar cosas y culpar a alguien más «por hacerte enojar» son todos ejemplos de esto. 

El equilibrio se encuentra en hablar de las emociones

Lo correcto sería entonces que hables sobre tus emociones y le expliques a tu hijo/a que estás tratando de lidiar con ellas. Los expertos señalan que los niños de seis años tienen una mejor comprensión de las emociones si es que sus madres les habían hablado de lo que ellas sentían desde pequeños. De hecho, cuanto más hablaban las mamás, mejor era el resultado.

En otro estudio, las madres llevaban un diario de sus emociones que habían mostrado a sus niños en edad preescolar, incluidos detalles sobre cómo las afrontaron. Según la evaluación de sus profesores, los hijos de madres que expresaron más tristeza y tensión tenían un mayor conocimiento emocional. Y en los casos en que las mamás explicaron a su hijo/a las razones detrás de su tristeza, se descubrió que el comportamiento social del niño era mayor.
Lo más probable es que esto también pase con los papás, pero en general las investigaciones sobre la crianza de los hijos se ha llevado a cabo con las madres.

Después de leer esto, veamos qué opción elegirías:

  1. Estás muy triste y tienes que salir de la casa para llorar a escondidas. Tu hijo/a siente que algo anda mal pero no sabe qué es.
  1. Estás muy triste y lloras sin control delante de tu hijo.
  1. Estás muy triste y lloras un poco. Le dices a tu hijo o hija que estás muy cansado y que has tenido un día malo, pero que no tiene nada que ver con él o ella. Le explicas que te vas a sentar e intentar relajarte.

Solo la tercera opción le da a tu hijo/a una oportunidad para que aprenda sobre las emociones y la manera de enfrentarlas. En este caso, según los investigadores, actuamos como un » entrenador emocional «. En este estilo de crianza, las emociones negativas se ven como una oportunidad para que los niños aprendan a resolver problemas. Entonces, debemos hablar de manera abierta sobre nuestras emociones, en especial sobre sus causas y cómo la estamos enfrentando.

Al respecto, nos gustaría que nos contaras alguna anécdota relacionada con este tema, o algún consejo que recibiste de tu propio hijo/a.

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